“LA VOZ QUE NADIE ESCUCHA”, un proyecto que garantiza el derecho de acceso y participación en la vida cultural

“LA VOZ QUE NADIE ESCUCHA”, un proyecto que garantiza el derecho de acceso y participación en la vida cultural

El pasado viernes la Fundación Gabeiras y la Asociación Teta y Teta celebrábamos un encuentro virtual para presentar el proyecto “La voz que nadie escucha”, un proyecto sobre el acceso a contenidos culturales de las reclusas y la sustitución de penas, inspirado en el legado de Concepción Arenal.

Tras las palabras de bienvenida por parte de Roger Dedeu, Presidente de la Fundación, la presentación del proyecto estuvo a cargo de María Rufilanchas (Presidenta de la Asociación Teta y Teta) y María Lorenzo (Coordinadora de proyectos de la Fundación Gabeiras).

Para contextualizar la situación de las mujeres en las cárceles se aportaron datos muy reveladores: “Una de las premisas desde la que partimos es que el sistema penitenciario está diseñado por y para hombres, y que las mujeres constituyen solamente el 7,52% de la población penitenciaria total; de éstas el 80% son alojadas en módulos específicos dentro de prisiones para hombres, lo que provoca que tengan menos recursos, oportunidades y prestaciones”, apuntaba María Rufilanchas.

Otro de los datos aportados fue el relativo a la delincuencia femenina. Las mujeres cometen sólo el 18% de los delitos de los cuales únicamente el 20,53% son con violencia. Respecto a su contexto, el 88% de las reclusas sufre o ha sufrido violencia de género y frecuentemente provienen de contextos sociales y económicos difíciles. Cerca del 80% de estas mujeres son madres y la mayoría tienen personas a su cargo, por lo que la privación de su libertad tiene un fuerte impacto emocional y económico dentro su entorno.

Entrando en materia, María Lorenzo explicaba que “La voz que nadie escucha” es un proyecto que busca fomentar la participación efectiva en la vida cultural de las reclusas de cárceles y módulos de mujeres de los centros penitenciarios españoles. “Contando con el respaldo de Instituciones Penitenciarias, uno de los principales objetivos que persigue es la creación de instrumentos útiles y permanentes que garanticen el derecho de participación y acceso a la cultura, así como la ampliación de la sustitución o reducción de las penas por trabajos en beneficio de la comunidad para las mujeres que cumplen condena”, señalaba.

La metodología contempla la elaboración de un informe sobre el tratamiento penitenciario de los trabajos sociales y puesta en marcha de dos programas marco, promovidos por Instituciones Penitenciarias, específicos de mediación cultural. Se ha optado por la mediación cultural como principal herramienta, ya que se centra en el proceso y en el desarrollo personal al permitir una participación activa. En ellos podrán participar tanto las reclusas como las mujeres que cumplan una condena a trabajos en beneficio de la comunidad.

De los dos Programas Marco, el destinado a las reclusas se articulará a través de un circuito cultural conformado por los centros penitenciarios y nutrido por una bolsa de proyectos de mediación cultural seleccionados por convocatoria pública.

Se plantea, por último, la elaboración de un informe jurídico desarrollado por un grupo de trabajo que congregue especialistas en Derecho de la Cultura y Derecho Penal. Su cometido será llevar a cabo una reflexión jurídica sobre la situación de las reclusas, la efectividad de las penas y sus posibles mejoras.

Dado el paso a las intervenciones de los asistentes, recogemos aquí sus principales aportes:

– Hay una gran dificultad actualmente en proporcionar el mismo acceso a las actividades a mujeres y hombres. Es por ello deseable que el personal de los centros penitenciarios atienda las necesidades que las mujeres demandan, no sólo relacionadas con el espacio sino también con la naturaleza de las actividades que se diseñan para ellas.

– En dicho sentido, se resalta la necesidad urgente de introducir la perspectiva de género en las actividades culturales en la cárcel, así como de prestar especial atención a las expectativas, carencias y necesidades de las reclusas.

– Los trabajos que realizan las reclusas raramente son remunerados, en comparación con sus compañeros masculinos. Esta es otra de las discriminaciones que sufren.

– Se enfatiza la importancia que tiene aumentar, favorecer y extender las medidas alternativas de sustitución de penas para las mujeres, dada la particularidad de su comportamiento delictivo y cargas familiares.

– El poder transformador de la cultura en este tipo de medio es inmenso: crear un espacio y medios para la expresión, reflexión y ejercicio del derecho de identidad de las reclusas, darles visibilidad protegiendo su derecho a la intimidad, y ofrecerles oportunidades de formación favoreciendo su reinserción social.

– Otro de los puntos destacados es la necesidad de contar con alianzas estables y exitosas para consolidarse como un proyecto sostenible en todos sus aspectos (mediación y difusión).

– El ideal es establecer procesos de doble vía. Hay que abrir el espacio carcelario a las personas que quieran trabajar de forma colaborativa desde el ámbito de las administraciones públicas, las asociaciones, el ámbito educativo y cultural, logrando así generar vínculos fuertes entre el colectivo y la sociedad civil.

– En cuanto a la utilización de la mediación cultural, es destacable su parte pedagógica. Por ello, es recomendable contar con expertos mediadores y de valorar ese trabajo a través de la remuneración que asegure altos niveles de calidad.

– La docencia y la investigación juegan un papel fundamental en la inclusión y la superación de barreras y estigmas. Un ejemplo de ello es el trabajo que la Universidad de Santiago, supervisado por el área de cultura, está realizando con centros penitenciarios y alumnos de la universidad en torno a actividades culturales que forman parte del proyecto universitario.

– Se evidencia la necesidad de facilitar la comprensión del lenguaje jurídico, demasiado complejo y técnico, para las mujeres reclusas quienes deben ser conocedoras de su situación y de las opciones que pueden favorecerlas. Se recomienda hacer una adaptación de los textos jurídicos a un lenguaje simple y fácilmente entendible para cualquier nivel educativo.

– Por último, se rescata la importancia que tiene incluir dentro de las actividades el trabajar alrededor del patrimonio cultural inmaterial. Muchas de las mujeres reclusas son portadoras de excepcionales prácticas y conocimientos sociales y culturales que se remontan a sus orígenes, formas de vida y costumbres.

Al finalizar las intervenciones, se hace una invitación abierta a todos los asistentes que quieran colaborar para que se incorporen a los grupos de trabajo que se conformarán y que contemplarán áreas específicas y necesarias para desarrollar este proyecto: jurídica (ámbito penal, administrativo, laboral), cultural (que implica la generación de contenidos culturales y el funcionamiento de la mediación cultural), diseño, imagen, comunicación, etc.

Dicha invitación se extiende a la conformación y consolidación de alianzas vitales y duraderas con sus entidades y otras relacionadas, así como con proyectos que ya estén en marcha, por ejemplo, desde el ámbito académico – formativo (universidades e instituciones de educación, actividades enmarcadas en la conmemoración del año de Concepción Arenal), y por supuesto, la posibilidad de trabajar conjuntamente en la obtención de financiación (ayudas y subvenciones).

Nota. Si queréis más información sobre este proyecto y conocer las vías de colaboración, podéis poneros en contacto con María Lorenzo al correo: mlorenzo@fundaciongabeiras.com