¿Pueden conseguirse los ODS y la Agenda 2030 sin la contribución de la cultura?

¿Pueden conseguirse los ODS y la Agenda 2030 sin la contribución de la cultura?

Ponencia: D. Alfons Martinell, moderado por Dª Patricia Gabeiras

Cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 es uno de los principales compromisos de la comunidad internacional para la próxima década. Por eso sorprende que Naciones Unidas no haya impulsado un objetivo explícitamente relacionado con la cultura. ¿Qué razones hay detrás de esta decisión? ‘Pueden conseguirse los ODS y la Agenda 2030 sin la contribución de la cultura?’ Ésta fue la cuestión principal planteada en la última sesión del Aula Gabeiras, en la que Alfons Martinell Sempere, director científico del grupo de trabajo sobre cultura y desarrollo sostenible de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS), fue el invitado estrella.

La conferencia, celebrada el pasado 29 de enero con un enorme éxito de asistencia, fue moderada, como ya es habitual, por Patricia Gabeiras, doctora en Derecho de la cultura y socia fundadora de Gabeiras y Asociados, que resaltó la lucha por el medio ambiente como una de las causas en las que más implicado está el despacho a nivel de activismo jurídico. El catedrático de Derecho Administrativo de la UNED y Of Counsel de Gabeiras y Asociados, Jesús Prieto de Pedro, se encargó de dar paso al ponente, al que definió como “un profesor universitario comprometido con el desarrollo cultural” que cree en que “la cultura no es un adorno ni un complemento accesorio, sino que puede ser parte de un todo que dé sentido a las acciones de cooperación”.

Martinell dedicó su intervención a los antecedentes, estado actual y perspectivas de este complejo proyecto mundial en el que la cultura, defendió, debería ser una pieza clave. El director honorífico de la Cátedra Unesco “Políticas culturales y de cooperación” de la Universidad de Girona resaltó que “cultura y desarrollo siempre han tenido una relación tortuosa” dada la dificultad de ubicar esta disciplina en el ámbito de la cooperación; y que, aunque los avances en este sentido fueron muy amplios hasta el año 2000, a partir de la definición de los objetivos de Desarrollo del Milenio estos aportes no se han aprovechado. “Transformar nuestro mundo sin la cultura, que es casi lo que plantea este documento, ofende”, afirmó.

El ponente, uno de los mayores expertos en el campo de la formación de gestores culturales, la cooperación cultural y desarrollo y las políticas culturales, así como experto asesor de organismos internacionales como la UNESCO o la OEA, expuso algunas de las razones por las que los ODS no contemplan un objetivo cultural. Entre ellas, destacó:

  • La resistencia del Estado-nación a reconocer que la realidad cultural ya no es homogénea y, por tanto, a incorporar referencias a la cultura en unos objetivos de política internacional.
  • El concepto de que el gasto en cultura es superfluo frente a otras necesidades.
  • La persistencia de una idea asistencial de la cooperación que no acepta o entiende la cultura como un factor imprescindible para el desarrollo. A este respecto, Martinell aseguró que existe una “cierta visión utilitaria de la cultura al servicio de otros sectores como el turismo, la artesanía o el folklore; como si desarrollar la expresividad no estuviese permitido a los pobres”.
  • El fracaso en el liderazgo de la UNESCO, que no fue invitada a la mesa de redacción de los ODS “o no supo ser invitada”.
  • No incorporar los aportes de la cultura a indicadores de desarrollo clásicos como el PIB o el empleo.
  • Las referencias poco concretas a los derechos humanos en acuerdos posteriores.
  • El no reconocimiento de las contribuciones de ‘El futuro que queremos’, la primera movilización global a favor de la cultura, en la que se reivindicaba “que la cultura se defendía a nivel nacional, no global”.
Dar presencia a la cultura

Si la cultura no se ha incorporado en los ODS y la Agenda 2030, ¿qué podemos hacer ahora? Martinell insistió en la necesidad de ser proactivos para “incorporar la cultura allí donde no está”, aunque no se la haya “invitado a estar”.

Para ello, el experto en cultura y desarrollo sostenible propuso varias líneas estratégicas de actuación:

  • Interpretar los ODS y sus metas para plantearse qué puede aportar la cultura a cada una de ellas.
  • Redefinir el concepto de sostenibilidad cultural, que desde los años 80 se ha asociado al conservacionismo. Como la cultura “representa a la contemporaneidad, no sólo a la conservación del pasado” urge incorporar otra dimensión: la de la cultura como agente disruptor.
  • Tener en cuenta las cuatro dimensiones culturales de desarrollo al realizar cualquier análisis.
  • Modificar la fundamentación de la cultura, que debe pasar de estar basada en un proyecto político del Estado-nación a ser “un proyecto en manos de los ciudadanos”.
  • Reforzar la solidaridad internacional, porque “no podemos crear un mundo mejor si hay culturas que están trabajando en desventaja” o corren el riesgo de desaparecer.
  • Trabajar por unos mercados culturales equilibrados y accesibles.

Martinell finalizó su exposición asegurando que los resultados no sólo pueden proceder de unos objetivos internacionales específicos. “Si trabajamos sólo con los ODS y no en las ayudas de cooperación a la cultura, esto no será suficiente para su desarrollo equilibrado”, afirmó, recordando a los asistentes que “el bienestar de otros países influye en el nuestro” y que el desarrollo “ha de ser compartido”.

“La mayoría de las tensiones y conflictos que existen hoy en la esfera internacional son problemas que tienen componentes culturales”. La cultura, insistió el experto, tiene un papel importante a la hora de rebajar estas tensiones, pues la cooperación, a nivel básico, consiste en “aceptar al otro”.